Ese artefacto que llamamos futuro

El futuro no es solo una cuestión cronológica, el futuro no es sólo una cuestión de tiempo.

Si así fuera, el porvenir podría venir prefigurado, pre-escrito y anticipado con detalle, hasta llegar a la exasperante nulidad de lo planificado.  Sin embargo, la cuestión que se nos presenta ante el “problema del futuro” es que se trata en definitiva de un constructo” artificial, cultural e históricamente determinado, es decir de un “objeto cultural” cuyo complejo contenido simbólico atraviesa longitudinalmente la historia de la humanidad, y se nos (im)(pro)pone como una metáfora implícita, no expresa, no visible y subyacente en el lenguaje común, en la imaginería artística, en la gramática política, en el quehacer comunicacional y en el logos científico.

Con demasiada frecuencia, el futuro es lo que los poderes dominantes, los intereses prevalecientes y las estructuras de hegemonía quieren hacer con nuestros porvenires individuales y nuestros futuros colectivos, sociales y grupales.

En cierto modo, el futuro y pensar el futuro puede ser o puede convertirse en una poderosa revolución de las mentes y las conciencias, en una poderosa máquina demoledora de sistemas, de estructuras y de aparatos de poder, como sucedió con el Renacimiento en el siglo XIV, con la Ilustración en el siglo XVII y XVIII, con los cambiois sociales, científicos e ideológicos del siglo XIX y con la revolución tecnológica de fines del siglo XX.

El futuro ya no es lo que era antes y seguramente cada sociedad, cada cultura, cada civilización elabora, difunde y proyecta su propio modelo de futuro.

Atrapados entre un presente inasible que se nos escapa a cada instante, un pasado definitivo al que no podemos regresar como suceso y un futuro improbable que no acontece todavía, los humanos intentamos traer el porvenir al momento actual,  para tratar de anticipar lo que nos espera.

Sólo que, a diferencia de otros procesos sociales luego humanos, el futuro no nos espera: ya está comenzando a suceder…

Desde esta perspectiva, sólo el presente, con su cortejo de determinaciones irrefrenables, se permite decidir y anticipar lo que sucederá o lo que debería suceder en el porvenir, ya que la historia ha transcurrido y no regresa, y el futuro parece que todavía no acontece.  El futuro resulta entonces operar como amplio campo de exploración de la ciencia, como lugar de imaginación de la literatura, como terreno de ensoñación del arte, como programa previsional de la política y de la estrategia, como espacio de anticipación de la cultura y también como terreno de innovación e invención de la tecnología.

Asistimos al futuro como una locomotora multiforme que se acelera delante de nuestra conciencia y el subconsciente colectivo, en la forma de anticipaciones, previsiones y predicciones que se instalan intentando prefigurar en el presente, lo que el presente quiere hacer del futuro.

La Economía pretende imponer su proyecto de futuro, sobre la base de la determinación de los procesos productivos sobre el sistema político y la cultura, del mismo modo como las demás Ciencias Sociales inscriben el porvenir en la lógica de acontecimientos más o menos indefinidos supuestos en horizontes temporales no precisos.   El futuro de las Ciencias Sociales se diluye en el tiempo real.

El objeto de la ciencia llamado futuro, fue tomado inicialmente -en los lejanos tiempos prehistóricos- por la adivinación y la magia, fue adoptado más tarde por la anticipación y la futurología en las edades medias y feudales, pasó por las manos de la Ciencia Ficción en el siglo xix en la modernidad y se instaló en la Previsión y la Prospectiva desde la segunda mitad del siglo xx.

En este lento trayecto histórico y epistemológico, la problemática futurista ganó en capacidad metodológica y en potencia conceptual, pero perdió en amplitud y precisión, ganó en cientificidad y perdió en pasión e imaginación.

FUTURO Y TIEMPO

Del mismo modo como el futuro es una construcción cultural, un universo simbólico que la historia acarrea consigo, el tiempo es un marco cronológico en el que inscribimos los hechos de la cotidianeidad, formando una secuencia irrepetible y aparentemente ineludible de acontecimientos.  El futuro depende del tiempo, como elaboraciones culturales predeterminadas, que supone visiones temporales, determinadas interpretaciones del transcurso.

En la cultura occidental, heredera casi directa de la herencia judeo-cristiana se nos impone el tiempo -y la noción de tiempo-  como una secuencia lineal irrepetible y absoluta que va desde el pasado, transcurre en el presente y continúa hacia el futuro.  El tiempo como línea absoluta “pasado – presente – futuro” es uno de los paradigmas claves que determinan la cultura dominante en la sociedad contemporánea.

L’avenir donc, n’est pas une formule cronologique construite une fois pour toutes sinon au contraire, c’est une simbologie déterminée par la logique du temps qui s’impose à la culture et dont le présent conduirait vers le futur sans appel et sans detour.

En la lógica occidental del tiempo, el pasado ya ocurrió, el presente está sucediendo y el futuro todavía no ocurre, generando una linealidad inevitable y determinista de todo el acontecer humano.  Sin embargo, en otras culturas, como las originarias americanas en cambio, el tiempo opera como ciclos que giran, van y vuelven, dando forma a una evolución cíclica en forma de espiral cronológica.

El futuro como significado y símbolo (siguiendo la lógica del interaccionismo simbólico) permite a los individuos actuar e interactuar de una manera distintivamente humana sobre el proceso histórico y sobre el presente, produciendo a la vez, interacción social e interacción simbólica.

TECNICAS Y MÉTODOS

La disciplina Prospectiva ha avanzado, desde su surgimiento a mediados del siglo xx en el diseño de nuevas técnicas y métodos de exploración del futuro o, más bien dicho, de los futuros posibles.  Entre ellas, cabe destacar a los escenarios prospectivos, el método Delphi y el estudio de las tendencias profundas, resultan ser los métodos más atractivos y utilizados para construir diseños y modelizaciones de futuros en horizontes de tiempo que van desde el corto plazo (de 5 a 10 años), mediano plazo (de 11 a 20 años) y de largo plazo (de 21 años en adelante).

Cabe subrayar que en su estado actual de avance de las técnicas prospectivas, lo que éstas logran realizar es sólo una anticipación aproximada y general de las tendencias que ocurrirían plausiblemente en el futuro y que pudieran influir los comportamientos y procesos humanos.  Ninguna de las técnicas y modelos de pronóstico científicamente validadas permiten anticipar futuros de mediano y largo plazo con exactitud absoluta.  Podemos anticipar, por ejemplo,  el clima meteorológico con una o dos semanas de anticipación, pero resulta aventurado anticipar el clima para el próximo mes con exactitud diaria.

La «curva del tiempo» (pensando en términos de relatividad einsteniana) se tuerce y distorsiona a medida que nos alejamos del presente, de manera tal que los pronósticos plausibles pierden en precisión cuando nos desplazamos desde el mediano al largo plazo en la línea del tiempo cronológico.

Del mismo modo,  la línea temporal «pasado-presente-futuro» puede ser precisa y detallada cuando desde el presente analizamos las tendencias pasadas más notorias y las proyectamos en horizontes y escenarios de corto plazo hacia el futuro, pero el pronóstico se hace más difuso cuando tomamos largas tendencias desde el pasado histórico y, pasando por el presente, las proyectamos hacia escenarios de largo plazo en el futuro.

El uso de las técnicas prospectivas ha sido adoptado por las principales disciplinas científicas modernas y los problemas de su validación metodológica, vienen dados -entre otros factores- por las dificultades propias de la verificación de las hipótesis prospectivas (no se puede verificar en el presente un pronóstico futuro) y por la adecuada selección y ponderación de las variables que serán proyectadas desde el presente hacia el horizonte de futuro elegido.

Otra dificultad epistemológica que enfrentan los métodos prospectivos, es el azar.  En la medida en que los procesos humanos (sociales, económicos, culturales, políticos, tecnológicos, ambientales) están sometidos al imponderable de lo imprevisto, del accidente, de la falla, del caos y del error, en síntesis, en la medida en que el azar interviene siempre en los procesos de la vida humana, este factor imprevisible e imprevisto debe ser también considerado e incorporado en la previsión futurista.

Manuel Luis Rodríguez U.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS CONSULTADAS

  • Bas, Enric (1999). Prospectiva; herramientas para la gestión estratégica del cambio. Ed.Ariel.Barcelona.
  • Godet, Michel (2004). Creating Futures Scenario Planning as a Strategic Management Tool. Economica, Paris, 2001.
  • Grawitz, M.: Méthodes des Sciences Sociales. Paris, 1990.  Edit. Dalloz.

    Ritzer, G.: Teoría Sociológica Contemporánea. México, 1996.  McGraw-Hill Edits.

    RECURSOS DE INFORMACIÓN ADICIONALES

    INSTITUTE FOR FUTURE STUDIES

    FUTURE STUDIES METODOLOGIES

    FONDATION FUTURIBLES

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